Extrañarte es un lujo
que sobra tanto,
pero se queda
como querer cambiar el pasado.
Transmuta en nada,
sonando unas castañas anunciando algo.
Extrañarte ya no es igual,
de vez en cuando huele a quemado en mi
cráneo.
Culpo al corazón
acomodándome en la silla de los
sinsentidos,
desnudo de lógicas,
ignorando la jornadas bioquímicas de mi
cuerpo.
Para extrañar hay que azotarse con los
recuerdos,
y los míos embriagados de ausencias
se las ingenian para algún giro argumental.
Se secan de la lluvia,
lavando sus miserias más elegantes.
Pero no te extraño,
la costumbre amamanta esa acción,
vistiéndola también de años.
Meses en que el “ni modo” empolla sus
huevos.
Olvidar es asunto de pendejos
levantando plegarias.
Echarte de menos,
es extraño,
siendo común.
Pifia o redundancia;
contradicción o dualismo.
Extrañarte…
cada vez da menos tiempo.
Broncearme con la Resignación
que es una irreverencia cansada;
ensancha otros abismos
Y galaxias
a media verdad con toques de mentiras.
Autor: Carlos Arturo
4 comentarios:
Ains, yo si que extrañaba pasar por aquí y leer tus escritos, pero es que el tiempo se pasa volando y una no tiene tiempo ni para sentarse un ratito delante del ordenador.
Un fuerte abrazo!
Extrañar se hace necesario, de no ser así, ¿de qué vale lo vivido?.
Pero siempre habrá nuevos amaneceres que irán forjando nuevos recuerdos.
Un abrazo
Sí que es un lujo que atormenta el extrañar. Muchos cráneos se calcinan sin poder olvidar. Querido amigo, sigues vistiendo tus letras de honestidad, la resignación no es indiferencia, es cansarse de soportar.
Besos.
Hermoso!!
Hace mucho que no te visitaba... muy lindo lo que encontré!
: ) !!
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