Aquella noche de navidad, el aire se había hecho más denso, el silencio de esa casa era ininterrumpido. La llegada del año nuevo anclaría su primer mes, sin él tener noción del nuevo tiempo que comenzaba. El sueño había triunfado luego de largas horas de llanto, desde que ella había fallecido sus ánimos de fiesta y de abrazo emotivo se habían deshidratado tras largas horas de marchas lagrimales… pocos se podrían en el lugar de aquel hombre que sólo quería soledades hasta extirpar ese volcán para poder proseguir.
Cuando sonaron las doce y la llegada del nuevo año dejó atrás al viejo, las alegrías se colaban entre los ventanales empañados y fríos. El sonido del nuevo ciclo no pudo despertarlo de su profundo sueño. No había luto, no había oscuros…. Sólo un corazón fracturado que buscaba sanar con su misma sabia las grietas. Entonces el nuevo año arropó su cuerpo, y susurro en sus oídos alientos que en sueños dibujados pintaron una cara relajada, pero maltratada por el llanto. El nuevo tiempo pinto acuarelas que poco a poco irían tomando formas.

Los niños gritaban eufóricos al sonar las campanadas del nuevo año. Los abrazos hicieron nudos humanos plasmados de amor y esperanzas. A la abuela se le salían las lágrimas y los más jóvenes esperaban poder partir a recorrer las calles para llenar con sus brazos los vacíos que esperarían ser saciados con todas las expectativas del nuevo año.
Sobre la silla estaba la prima María, entre su minifalda se dejaba ver el calzón amarillo que traería buena fortuna al año; Lucía la tía salió con maletas inmensas caminando entre alrededores para viajar en ese año sellado y certificado a quedarse.
Los muñecos de trapos comenzaron a arder como nunca, mientras que los petardos sonaban hasta dar dolor de oídos. La música encendida que vanagloriaba el nuevo año, la comida nativa caliente preparada para ser servida, el ruido de todos hablando de todo en mucho.
El año había entrado con esplendor, sin mirar al que se iba. No dio tiempo de ver su faz y su expresión, en cambio al nuevo se le podía ver en pequeña proporción por aquella familia que alcanzó la unidad por un ciclo más. La felicidad que había en sus caras no se podía comparar con nada, porque la vida había aguantado los vientos y los problemas que dejaron pendientes a resolver un año entrante.
Que su humildad sigan tan brillante como ayer y como hoy, y que cada paso de los días aprendamos y admiremos con sólo mirar las bellezas del mundo.
Aunque una nube ha tapado mi sol, la luz la sigo viendo, y sé que pronto se irá, dejandome los recuerdos más bellos de quienes se han ido.
La felicidad se las deseo a grandes tumultos.
Que sus familias, amigos y allegados sigan dando ese sosten que mantenga vigentes las estructuras.
Feliz año 2.010
Que la vida, siga siendo vida, y el principal motor para seguir caminando.
Mis mejores deseos para cada uno y cada una. Gracias por haberme regalado un año tan maravilloso, sus compañías han sido de las mejores.
Shalom Laj.
Shalom Lejá.
Se les estima hasta con los dientes.