Tu sonrisa era la mía;
en mis ojos crecían jardines para ti.
tu mano mística
y el olvido de la erosión.
Fuimos siempre el susurro de una promesa.
Hoy solo soy yo prometiéndome,
siendo balido y eco
sobre la ausencia
y lo estéril de tu fantasma
que efloresce en mi cuerpo herido.
Carlos Arturo
2 comentarios:
Mi querido amigo. Mi querido niño poeta, qué alegría leer tus versos de nuevo. Yo estoy bastante alejada sin motivos ciertos, pero de vez en cuando me asomo y hoy he visto estos versos tuyos. Y tu preciosa sonrisa.
Aquí te dejo mi abrazo desde este sur de España.
Bellísimo, tus palabras y lo que ellas significan. Un fuerte abrazo!
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