sábado, 28 de julio de 2018

Lo irremediable

Imagen tomada de: https://es.123rf.com/profile_prill


Deme un momento.
Debo cuidar lo que digo,
Cómo lo digo.
No sea que le ofenda
porque ahora me toca pensar más,
ser más respetuoso y mesurado.
Porque se supone que ahora sé cómo podría sentirse.

Ha pasado:
¿Ha caído en cuenta?
el sonido de la hiena ya no es una carcajada,
que el tiburón neonato se ha comido a sus hermanos,
y que se desmorona aquel idílico Edén.
Nos ha tocado renunciar,
Renunciar no solo a la facilidad de las cosas,
 también a correr por la impaciencia.
Renuncias y te sientes tonto mientras recuerdas.

Las dudas se han recombinado
sin saber si sostienes o desbarajustas más el mundo.
El miedo se ha reinventado,
no está en el armario o debajo de la cama,
el miedo ahora es el mundo.

Lo has comprendido:
El cielo no es más cercano porque estiras los brazos.

No puedes alcanzar el horizonte,

te ves corriendo en dirección al sol,
con las piernas cortas y el corazón agitado.
El entorno es etéreo, como una vieja Polaroid.
Lo han llamado recuerdo o añoranza.

Lo siento,
el cuerpo pesa y el dolor de espalda avisa,
los años pueden caer como un aguacero,
los daños germinan sus semillas
mientras la muerte se nutre de los retoños.

Ahora,
maquillarse y desmaquillarse puede resultar tedioso.
La casa es un manojo de pendientes.
El juego de la vida ha reventado en seriedad.
La barba ha crecido,
el pubis es vergonzoso,
(Y al menos yo me rasuro,
por esa terquedad inutil de estirar mi aspecto pueril)
Como también llorar puede serlo.

¿Lo sabe?
Ya no hay dientes de repuesto,
el cansancio es más frecuente,
el rostro se descrema
el berrinche no funciona.
Lo sabe, como yo.
Irremediablemente hemos crecido.

                                                                                                                                          Carlos Arturo

 

1 comentario:

Gaia dijo...

Qué identificada me he sentido en tus palabras! Sí, crecemos, maduramos, pero atentos, no sea que de tanto madurar acabemos pudriéndonos. Es ley de vida que el cuerpo se arrugue, pero está en nosotros que lo haga nuestra mente. Pasamos de ser el agua pura y transparente de cuando éramos niños a pasarnos todo el tiempo pensando lo que vamos a decir en vez de decir lo que pensamos. Hay cosas que ni con las arrugas deberían cambiar, como la sencillez, la pureza y el reír cuando te hacen cosquillas ;)
Un fuertísimo abrazo querido amigo... y cómo me encata reflexionar con tus escritos :)

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Gracias Verónica por tomarme en cuenta :-) Feliz semana de la amistad a todos