viernes, 16 de enero de 2015

El amor... según yo




Este tipo de publicaciones son como quien pasa una lija a la sensibilidad debido a que visibiliza la inclemencia de la sociedad contemporánea, ataviada de urbanidad, tecnología, rutina, supervivencia y acumulación material.



Es cierto que en su crudeza la ciudad nos cocina emocionalmente, es como un circo atestado de horrores que pueden pasar por maravillas; nos hace dudar de quienes nos quieren hacer ver su realidad con falsedad partícipe y en nuestra permanencia conforme vamos viendo más confiamos menos (salvo excepciones). La ciudad, también es un laberinto al que nos hemos acostumbrado en el cual nos sentimos cómodos y seguros, aun cuando atropellos a plena o media contemplación ocurren.

¿Pero qué pasa cuando tus configuraciones emocionales se ven estremecidas con hechos con los cuales la endereza flaquea? Casos hay muchos, reacciones sobran, mas en mi caso esto no me deja pensar más que en lo que es el amor y de nuestra capacidad para asumirlo y transmitirlo. Hace días (pareciese no venir al caso, pero sí) mi madre me decía que cómo podía poner en mis prioridades un animal sobre una criatura humana, y en mi insistente lentitud no supe qué responder, luego mire a Ana (una canina) a sus ojos, dos faroles inquietos y sonreí, porque tampoco sabía qué responder salvo el impulso, querencia, necesidad o como se le pueda llamar, de sentir que ella (Ana) pudiese estar tan bien, cómoda y resguardada como mi madre, como mis sobrinos, hermanos o allegados más queridos.


Viendo este vídeo, creo que puedo responder, con la sentimentalidad agitada, blanda y frágil. Del amor sé tanto como cada uno de quienes reflexionan, filosofan, poetizan o sueñan y no sé nada, porque su amplitud te puede llevar a explorar aspectos del mismo que para ti son comprensibles, pero para otros no. De amar, me encuentro en el mismo caso, porque no es como una fórmula química, matemática o física.

En nombre del amor se han cometido atrocidades y magnificencias, la idea del amor es un impulso visceral que cada quien sabrá contenerlo o expresarlo sin medir consecuencias. El amor es un poco y mucho de egoísmo, a ambos focos, es un lazo, una interactualidad de la que a duras penas puede salirse ileso. Es ser sumiso y a la vez su antónimo, pero en fin, a lo que respecta.

Pienso que cuando amamos no hay un rango, no se ama más o se ama menos, eso es otro cuento. Se quiere más o se quiere menos. A mi madre, que ha sido mi primer amor, la sigo queriendo con firmeza, pero amar otras expresiones de vida tanto a ella como a otros le ha generado una crisis existencial y quizá emocional por mi incapacidad de elegir en ciertas situaciones que suelen ser asfixiantes. A Ana, que nunca me cuestiona, chista o inquieta con lo que le ofrezco también la amo, tanto o igual que a otro ser al que pudiese amar, simplemente quiero más a mi madre, por razones que sobran explicar.

Sucede que en Ana veo a muchos de los de su especie en situación de calle y siento la ponzoña de la tristeza. De amor, no sé nada, menos de amar, pero sí sé del procurar, preocupación, compañía y conexión con alguien (sea plural o singular) a quien la contemporaneidad le ha sentado fatal, desvalidos y desvalijados, cuyo pecado pareciese residir en vivir y el resguardo citadino se les ha vuelto un infierno, pero prosiguen.


Nos robamos a perros y gatos de su hábitat y nos los pegamos como adornos, símbolo de estatus o apoyo de trabajo, pero hoy con la creciente "madriguera humana" expandimos, demandamos y hurtamos espacio. Hay afortunados que van con correas y duermen menos aquejados que otros, esos otros, los maltratados, maltrechos y rechazados que van como vagabundos comiendo y recibiendo nuestras miserias y sobras, echados de dónde no pueden irse, atrapados en la ciudad e impregnados de ella, los bajos fondos y toda esa pudrición que deja bien parada a las cloacas, privados de un alguien que le ofrezca ese algo tan importante... recibiendo un trato tan abusivo e indignante que hace de la humanidad una distopía o asociación vergonzosa.

Sin embargo, como generalizar a mi percepción me parece una reverenda criminalidad como el caso a tratado, prefiero mostrar las excepciones y se demuestra que amar es una paradoja para nosotros, pero para Ana u otro perro en el mundo quizá sea unas orejitas agachadas y una cola inquieta... me quedo con esa idea del amor, reciente o ya consolidado, un gesto o gestos que te incentivan.




El amor no es más que una práctica difícil de teorizar 


Pd: Me alegra mucho volver con ustedes.


Carlos Arturo

2 comentarios:

Armando dijo...

En primer lugar Caco, agradecer tu visita y comentario, y haciendo alusión a tu última frase, me alegra mucho volver a verte por este mundo virtual después de tanto tiempo, y más al haber sido tú de las primeras personas con las que tuve contacto por este medio.
El amor.......Lo que planteas, posee una verdad personal y encontrada y que en medio de tanta vorágine existente, se entremezcla con las más viles de nuestras intenciones.
No obstante, en mi caso,personal debo decir que el amor tiene consistencia y pese a las interferencias que existen en todo ser humano, si sabemos traspasar fronteras y olvidarnos un poco de nosotros mismos, el amor fructifica y se contagia.
En fin Caco, esa es mi humilde opinión.
Una vez más decirte que me alegro de tu vuelta.
Recibe un fuerte abrazo.

Anónimo dijo...

Qué alegría volver a pasarme por aquí y ver que has vuelto! ya añoraba tus escritos :)

Y este escrito me ha encantado. Los humanos nos creemos los amos del mundo. Cogemos lo que se nos antoja de la naturaleza, lo amoldamos a nosotros y cuando nos molesta o no nos aporta lo que queremos lo tiramos a la basura. Ana y todas las Anas que hay en el mundo seguro que nunca lo harían con nosotros.

Me ha encantado!

Un fuerte abrazo querido amigo, de mi parte y del peque.

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

Desde: "desdeloprofundomedevora.blogspot.com"

Desde: "desdeloprofundomedevora.blogspot.com"
Gracias Verónica por tomarme en cuenta :-) Feliz semana de la amistad a todos