jueves, 24 de febrero de 2011

La roca sobre el cielo raso



Recuerdo que mami tenía días con esa idea haciendo ecos en su cabeza, iba al baño a ver esa protuberancia que se había formado sobre la lámina del cielo raso. Fue una cuestión confusa, debido a que no sabíamos si eso antes estaba allí o qué sé yo.  La cosa no quedó en ese grado y nos lanzamos a dibujar un mundo de herejía, magia y sortilegios para poder darle una lógica a aquella cosa inmensa que reposaba sobre la lámina de anime.

Todos teníamos miedo de ir a ese baño, de hecho éramos capaces de dejar que nos ganaran las necesidades fisiológicas antes de ir a ese lugar inmerso en dos universos, uno era el universo que representa este plano existencial y el otro universo reconstruido a base de recursos ideológicos con dualismos con cada terminar del discurso y relato. El miedo no era solo el de la ignorancia de lo que para los que vivíamos en casa era inexplicable, sino, que la cosa cayera y nos noqueara.  

Un día de titubeante valentía mami se decidió a ver que era lo que en realidad estaba habitando sobre el cielo raso. Buscó la amada escalerita de mis juegos de infancia y ayudas para querer alcanzar el cielo que se me hacía cercano cuando lo intentaba tomar con las manos, levantó una de las láminas y metió su cabeza sobre la oscuridad polvorienta y poblada que estaba estructurada entre el techo de asbesto y el otro techo que era el visible, yo me encontraba en la parte de abajo, también valiente, sentado sobre la tapa del retrete; detallaba los movimientos de mi tediosa madre, cuando me disparó una mirada absorta y una cara pálida, en seguida capté el mensaje, o bueno, eso creí.

-Jamás debí meter mi cabeza allí- casi muerta de la risa, pero a la vez pudorosa y curiosa. Elevó sus brazos para sacar lo que avistó primeramente, era una bolsa negra con un mundo de desnudos femeninos dentro (Ya saben a lo que me refiero). Recuerdo que hizo mención de que le diría a mi hermano que se buscara mejores escondites para sus “papelitos” y musas de inspiración; con aquel rastro travieso en su mirada que siempre recuerdo involuntariamente. Luego de esa introducción a ese pseudo inframundo pecaminoso, polvoriento y oscuro pudo ver más allá la razón de su visita. Una roca inmensa, debía medir 30 de ancho por 20 de largo. Nombró con pertenencia casi gritando al altísimo, y de nuevo me miró con el esbozo sudado, yo solo podía repetir la mirada a la protuberancia formada.

La cuestión no pasó a mayores de los mayores, pues la desidia nos enseñó a vivir con la roca sobre el anime del cielo raso. Aunque el baño fue cerrado por miedo a que la bendita cosa esa nos cayera encima mientras nos desahogábamos fisiológicamente. Nos quedaba un solo baño y la cosa se complicó, como siempre el problema de adaptación es incómodo y belicoso.

Sentados en la mesa del comedor debatíamos sobre la reapertura del temido baño, yo estaba decidido a arriesgar mi cabeza y dejar que me visitara el susto si algún día la resistencia se rompiese y cayera el monstruo de roca que sedentario permanecía en la parte de arriba, y mi madre inmutada en su porfía de no abrirlo. Lo peor es que no hacíamos nada para solucionar el problema, seguramente ya teníamos como mascota a la dichosa roca, lo que le faltaba era nombre.

En eso llega un tío al que le fue inevitable escuchar la discusión, pues todo giraba en torno a la cosa sobre el cielo raso. Él, confundido pregunta que qué era lo que pasaba. Mami toda plena en su decisión de mantener el baño cerrado, le cuenta que hay una roca sobre el cielo raso y partiendo de allí comienza a tejer un conjunto de acontecimientos que tenían cierto sentido en toda la cosmogonía que vestía a sus argumentos.

-…Recuerda, que se dice que esta urbanización fue construida sobre un cementerio indígena. Esa roca puede que nos esté advirtiendo algo,  además de que representa un peligro para nuestras cabezas – es lo que recuerdo de aquella explicación. A lo que tío con un intento forzado de no reírse, le explicó que sí, que esa roca estaba advirtiendo algo, y era que si se quitaba de allí se levantaría fácilmente la lámina. Que los fantasmas que la habían colocado allí fueron los albañiles inútiles que contrató para no pagar un pelín más y que el miedo terminaría porque el rompería la maldición del cementerio indígena. En un instante todo ese mundo inventado se fue cuesta abajo. Todos reímos como locos ese día, mi madre aún se apena por la situación y mi hermano quedó sin un escondite para sus revistas sobre las mujeres desnudas, y la escalerita ya no aguanta mi peso. Todos perdimos algo ese día en que todo se fue por el caño, pero ganamos lo intangible de un recuerdo y el sabor de las risas que siguen visitando en el momento que nos acordamos de la anécdota y también cuando mami está de humor para soportar la rotura de su mística historia. 

Autor: Carlos Arturo

6 comentarios:

Ana Márquez dijo...

Leyéndote me he acordado de Borges, me he acordado de García Márquez y su realismo fantástico, me he acordado de nuestro Juanjo Millás... Y no es ninguna tontería que nos acordemos de los más grandes cuando se lee un texto de un chico tan joven, que es una promesa en pie.

Un besazo!

Mariluz GH dijo...

Me estoy riendo a carcajadas, mi joven amigo. La soltura de tus palabras me hace vivir el momento y sentir ese miedo a perder la cabeza de un golpe seco jajajaja... el momento de las revistas es magistral y la explicación del tío ¡simplemente para vivirla!

te felicito por tu creatividad, Carlos.

Dos besos y un abrazo grande

Esilleviana dijo...

(me ha traido MariLuz)

Es cierto, escribes muy bien. Pero sobre todo, me ha gustado como los miedos, temores, nuestros fantasmas nos manipulan y dirigen nuestros actos, hasta que no llegó el tío y aclaró la situación, demostrando que las tonterías deben desterrarse para vivir, no descubrieron otro punto de vista de aquella historia. Ahora bien, el recuerdo deja una huella imborrable e indeleble.

Un saludo.

Mujer de agua dijo...

hola, vengo de visita a tu blog y lei el relato de la muerte a causa del amor... debo confesar que me hizo llorar, me quebró el alma porque encontré en muchas palabras, aquellas palabras que no he podido pronunciar a causa del dolor.

Saludos.

NazzaPach dijo...

jzajajajajajajaja
que buena historiaa!!! honestamente me causo mucha risa! aun depsue de haberla leido! estagenial amigo mio, me gustomucho! xD

Caco dijo...

* Ana Márquez, muchas gracias, querida. Me sonrojo con tan inmensas bases a las que me comparas. Voy por el camino de ir aprendiendo. Un inmenso abrazo, agradecido por tus opiniones.

* Mariluz, por estos lados hay muchas historias que contar con respecto a un mundo mágico incrustado en el real. Y como dicen: "La realidad es personal y coincidente con la de otros". Gracias por siempre venir a acompañarme y tomar un sorbo de lo que estoy aprendiendo poco a poco. Besotes para vos.

* Esilleviana, ¡Uy! muchas gracias. Tienes mucha razón, es que a veces hay que ingeniárselas para saber las razones, aunque se vaya un poco el hilo de la sobriedad. Agradezco también tu grata visita, invitada a regresar. Abrazos y besos.

* Mujer de agua, primeramente quiero agradecer tu visita y sentirme feliz de tu opinión, pero no puedo evitar sentir contradicción, porque a veces encontramos belleza en la tragedia, en las bestias que desata el amor. También, espero con muchas ansias que esas heridas no fragüen más tristezas. Un grandísimo abrazo.

* Naz, ¡Jey! toda una cosa mística que se ha ido por el caño. ¡Jajajaja! tan bonito que lo veía "Mami". Gracias por tu paso, un inmenso abrazo, amiga.

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Gracias Verónica por tomarme en cuenta :-) Feliz semana de la amistad a todos