lunes, 6 de abril de 2009

Recuerdos al Viento



Tu despedida dejó rosas marchitas, desgarró mi inocencia para abrir paso al mundo real, te he extrañado, pero debo continuar porque desde tu partida no me ha quedado nada más que acostumbrarme a vivir retando tu ausencia, a olvidar el color cobalto que me describías del cielo, sé que ahora es imposible contemplar el multicolor de tus ojos.

Tu presencia dejó daño irreparable, viste caer mis lágrimas, viste caer lágrimas ajenas, por seis años te viví con amor, respeto y miedo. Pero, hoy de ti, solo queda un recuerdo… esos momentos en qué llegué a sentir tu cariño, sintiendo la suficiente confianza de tomar tus manos violentas, ásperas y callosas; manos que tocaron mi cabeza con amor, que se deslizaron por mi cabello despeinándolo. Sin embargo, me costó tanto perdonar, y volver a mirar atrás sin rencor, de dejar de culparte para dejar de sentirme culpable yo. Por odiar tus actitudes en un pasado me odié a mí mismo, creyéndome indigno de tu sangre, y de la sangre de mi madre. Y por estar roto por dentro, quise fracturar tu recuerdo, lamento haberte culpado por mis impotencias.

Un sueño anterior dio introducción al acontecer, un hecho marcó la vida de mi entorno, selló mi vida y creer que el metal me privaría de tu compañía… que quedaras en la penumbra, y yo viendo tanta luz. La tierra devoró tu cuerpo, devoró el recuerdo de tu voz, de tu aliento, de tu calor y te ha ido consumiendo por catorce años. Tu partida quedó impune pero mi vida quedó condenada a no tener de nuevo tu abrazo. Tus ansias de verme crecer se consumieron en el olor del formol; el sol testigo de tu vida fue testigo de tu caída.

Soy descendiente de la carne y rasgos tuyos, híbrido perfecto de tus deseos. ¿Estarás orgulloso de mí?, ¿Me protegerías en tus armas?, ¿me harías comprender mejor?.

El dejarte ir no fue fácil, ni difícil, las condolencias de la gente me estregaban en la cara que no volverías, el abrazo fiero de consuelo traía más dolor. Un cercano olor a soledad que me invadía todo el cuerpo y ese líquido brotaba de mis ojos, manantial de puro sentimiento. Personaje protagónico efímero que dio sentido a mi vida e identidad. No me ha quedado más que conformarme con ver el azul de tu tumba, de pensar en el pasado para tener tu presencia y luego dejarla ir para que cubra al viento que me acaricia. Sin embargo, no sabes cuan alarmante es mirar atrás y darme cuenta que en el presente no estás.
Autor: Carlos A. García

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Esta muy buena te felicito sigue asi!!!

Besos con sabor a caramelos!!!!

Caco dijo...

Graacias anónimo..... saludos!!

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Gracias Verónica por tomarme en cuenta :-) Feliz semana de la amistad a todos