domingo, 29 de diciembre de 2019

Balido

Me creció la barba,
mientras florecían y marchitaban los lirios,
se terminó el perfume
sin contar las veces que me corté el cabello,
inmedible el desespero que me abrasó;
las enésimas veces
en que rumié las siete letras de un sintagma.

Me sentí Edith mirando hacia Sodoma,
pila de sal después de la combustión
inamovible con el mundo ocurriendo
lúbrico y pletórico,
abatido y hundido,
pletórico, ilusionado y lúbrico 
humillado, rasgado y avergonzado.

De aquel agosto primaveral
a este enero soleado
aparcó un cansancio expansivo,
donde lo bello de la promesa fue un ruido cotidiano,
no sustentable
hasta la inflexiva crisis.

En todo el cuerpo hubo un cimarrón
reventando las correas del amarre,
las marcas cuentan la leyenda del cansado;   
de quien ha tenido que recomponerse.

He llamado al demonio por su nombre,
para descolocar la brutalidad progresiva
y me he ido a dormir con la entelequia desflorecida
pudiendo algunas noches conciliar el sueño 
sin dificultad.

Carlos Arturo

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Gracias Verónica por tomarme en cuenta :-) Feliz semana de la amistad a todos