jueves, 5 de enero de 2012

Cena de aniversario



    La casa estaba inundada del olor a estofado que Martha tenía sobre el fogón. Ella con su pierna cruzada repasaba con detenimiento la receta en el viejo libro de cocina de su abuelita María; en su mano derecha sostenía un vaso plástico lleno de aguardiente que a sorbos lo consumía arrugando la cara y estremeciendo hasta los hombros, al son de ir manchándolo con su labial bermellón favorito.

     Sobre la mesa de la cocina descansaban sus zapatos altos de charol, relucientes y atrevidos, compañeros de sus rutinas de ama de casa junto al polvo y algunas telarañas que se escapaban en algún descuido del aseo matutino. La mujer estaba sonriente, con el pulso acelerado por la emoción; ansiosa por saborear la suculenta cena que se guisaba sobre su vieja cocinilla beige. Danzarina se paseaba de la sala a la cocina con el plumero, con una escoba, con un trapo húmedo y sus uñas pintadas al estilo francés, dejando lo que tuviese en manos, para lavarlas y tomar algún tenedor puyando y probando cuánta blandura había alcanzado la carne, también tomaba una cuchara y degustaba el jugo que se cocía, adoptando en el rostro un gesto picarón de aprobación, mirando al techo salpicado recientemente, con los ojos casi perdidos en sus parpados adornados de unas gruesas y negras pestañas. Brincaba aplaudiendo y tarareando “at last” de Etta James.

    Martha vestía con un gusto exquisito, producto de años en los que residió en París, con un peinado muy apropiado a su estilo, inspirado en actrices de cine. Lo único que desentonaba con su muy elaborada estética era un delantal lleno de secreciones causadas por la deliciosa comida que se concretaba sobre el fogón y un desastre en la cocina –Nunca es fácil degollar animales grandes – pensó ella pasando una servilleta delicadamente sobre su frente acomodando la mano en su cintura, aferrada luego a un extremo de su pelvis forrada de piel cuarentona rejuvenecida a punta de obsesiones.

  Aún esperando, ella se liberó el cabello de sujetadores  peinándolo con sus finos dedos y llevándolo a un lado de su hombro delgado revestido por una blusa estampada entre rosa y blanco. A Martha le magnetizaba tener cuarenta, pero parecer de treinta, jactándose de sus elaboradas rutinas embellecedoras al despertar y al irse a dormir. Le encantaba sonreír porque así escapaba de sus manchas del pasado, sonreía a carcajadas porque su cuerpo burlaba al tiempo, dando vueltas con su hermosa falda de plises negra que se abría simulando un paraguas contra la lluvia ácida de algunos recuerdos, porque sus senos aún no descansaban manteniéndose firmes cual militar. 

   Ese día era diferente, y dejó más flojo su corsé entallándose en un caro vestido de terciopelo negro con encajes blancos. Se hizo un moño, pero decidida se soltó su perlada cabellera agitándola fuerte para luego arrancar con una pinza algunas canas que el espejo le mostraba. Adornó sus orejas y cuello con las prendas de su primer marido fallecido hace algún tiempo, pintó su boca y mejillas con el estuche de maquillaje dado por su segundo esposo desaparecido hacía algunos años; coqueteando con su reflejo, le dio la espalda para dirigirse al comedor alumbrado por velas y candelabros de plata. En la cocina esperaban sus zapatos favoritos, regalo de su tercer esposo muerto en un accidente sobre un caballo hace 4 veranos.

    Lista la experimentada mujer se colocó de nuevo el delantal para servir la cena, entusiasmada por la velada, estrenando platos de cerámica supervalorada regalo de Guillermo su reciente marido. Puso dos platos sobre la mesa del comedor, con el estofado en el medio, unas copas de vino de la mejor cosecha de hace dos décadas. Sola se sentó a cenar sin importar la ausencia de su esposo, llevando el tenedor lleno de esa exquisitez a su boca, cerrando los ojos al placer indescriptible de la blanda carne al paladar, absorbiendo oxigeno al ritmo de la expansión de su pecho. Aún humeaba la cena, que seguro más de un vecino quería probar, que más de un hombre quería compartir con ella. Mentalizó eso mientras daba las últimas masticadas a su obra de arte culinaria, cuidando no ensuciar sus guantes de raso.

   Al devorar lo que había en el plato con gestos orgásmicos, decidió recoger la ropa sucia de su esposo tirada en el cuarto, con su mala costumbre de revisar los bolsillos encontrando siempre algo, esta vez un cigarrillo. Se lo puso en el pliegue de la oreja dirigiéndose a guardar el estofado para ahorrarse hacer el almuerzo al día siguiente.  Al abrir la nevera cayó un brazo descuartizado, metió donde pudo el estofado cuidando no dejar caer otro pedazo de cuerpo en el piso. Con un poco de irritación se arrodilló para limpiar el piso  –siempre tienes que arruinarlo todo, Guillermo- gritó al acabar, acomodando su vestido.  

   Martha tan elegante se fue hasta la sala y encendió la televisión, prendiendo el primer cigarro que se fumaría en su vida. Se sentó en la mecedora aspirándolo como una experta para luego toser por la inexperiencia, corriendo así las horas, meciéndose, fumando y esperando digerir el corazón en salsa de su cuarto esposo.  

Autor: Carlos Arturo 

4 comentarios:

Ana Márquez dijo...

Madre mía, Tarantino total, jaja :-D Un relato soberbio, con muy buena factura y un desenlace que el lector no se espera ni de lejos (al menos yo no lo esperaba) Fantástico, en los dos sentidos de la palabra. Un abrazo, amiguito, que el año que nace te siga trayendo al cocamen inspiraciones tan prometedoras. Besote gordo.

Mariluz GH dijo...

¡¡Bravo!! Qué bien envuelto el final, tan colorida la escena y tan llena de aromas que recibes la sensación de estar presente en la escena :)

abrazos y besos querido amigo

Caco dijo...

* Ana Márquez, gracias guapa. Amén a tus deseos. Un inmenso abrazo.

* Mariluz, gracias amiga, aquí seguimos aprendiendo y mejorando. Un fortísimo abrazo.

rara calma dijo...

Martha ¡esa chica sí que es un primor! Solo tiene un defecto: le gusta comer maridos. Por lo demás, tiene un exquisito gusto por la estética personal y la pulcritud de su hogar dulce hogar.

Besos

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Gracias Verónica por tomarme en cuenta :-) Feliz semana de la amistad a todos