lunes, 6 de julio de 2009

Extraño en la ciudad


Las luces de la cuidad anuncian que debo sanar lo roto. De nuevo con pinceles sin colores, me siento extraño en la urbe, como si no perteneciera aquí, como si mi existencia no estuviera moldeada al constante sonido de los autos haciendo caravana para llegar a tiempo a su destino. Los sueños que fueron tan míos me anuncian que son ajenos difuminándose entre el aire contaminado del acontecer citadino. Y la vida que he venido saboreando me revela que debo tomar un nuevo rumbo; como basura en la calle han quedado las metas que dormido viví en el ayer.


Porque ya crecí, entre el humo de los autos, se acabaron los juegos para mi. Entre olores diferentes dejé de ser aquel niño en alerta a la llamada, el espejo me convence y me hace reflexionar.


¿En qué debo pensar?, ¿Qué debo mirar? Y la inquietud me invade otra vez, el insistente miedo a dejar de ser quien soy, miedo del frio en las noches, miedo del nuevo amanecer, pero sobre todo, miedo a no ver lo que será de esto cuando no esté, y de nuevo me siento insólito en la metrópoli.


Me reincorporo en grandes presencias, en Dios y su hijo crucificado. En las oxidadas amistades que sembraron nuevas expectativas, y en los viejos amores que dejaron más fuerza en mí, y en mis consanguíneos que se niegan a verme débil, mientras que me alientan con vista al futuro a costa de que el humo de las chimeneas nublen las estrellas.


Películas, canciones y textos me devuelven la mirada al pasado, me llenan las entrañas de melancolía, y el sucio de cada calle que no limpia nadie me dibuja lo abstracto de la complejidad.


Colecciones de recuerdo se hacen partícipes en el silencio de la noche, pienso que aquí está la soledad sentada a mi lado, me mofo de mi sonrisa y ella me habla con la verdad.


Sin querer, comienzo a turbarme, por pensar lo que soy realmente. Mi inocencia se ha ido consumiendo entre los labios, mis rabias desahogadas en frustraciones y mis ganas de vivir siguen alojadas en el alma. Sólo espero con ardor esa llegada, esperanza que cae y se vuelve a levantar, desilusiones y sabores dulces; nuevamente espero con las ganas colgadas de rozar las manos del mañana.


Autor: Carlos Arturo

9 comentarios:

GRISELDA ESPIRO dijo...

Uno puede ser nadie en la ciudad que no para, que devora, que desborda a sus almas súbditas, que ignora a sus pasajeros y continúa.

Uno puede ser nadie o ser, talvez, el caminante que pisa rotundo donde camina y esculpe huella.

La actitud, la soltura, la resolución de libertad que nos abarque en ese momento puede resignificarnos, puede torcer la determinación del monstruo de cemento y hacerlo que nos devuelva alfombras en los pies.

Gran tema, Carlos! y por cierto expuesto con la sensiblidad de quien se busca a pesar de los ruidos y de los flashes del entorno. Te aliento por eso, Amigo!

Cariños.

Caco dijo...

Gracias amiga Griselda... cada paso que se da en la ciudad puede significar nada o algo! somos diminutos vivientes entre el monstruo de cemento, como dices tu!

De nuevo estoy muy agrdecido de que me leas y me des la oportunidad de ser parte de tus elecciones. Amiga, sobre todo mi gratitud por alentarme, cada vez que leo un comentario escrito por ti, me doy cuenta de que vale la pena seguir.

un gran abrazo para ti!

Anónimo dijo...

Querido Carlos, tu texto me ha tocado profundo en el alma, en especial la última parte, pues es así como estoy viviendo exactamente ahora.
Por otro lado, nunca pertenecí a la ciudad, aunque mi cuerpo siempre ha estado encadenado a ella. Yo soy de las montañas, yo soy la montaña. Roca, hielo, nieve, aire puro, y alguna flor.

Un beso gigante!

Marcelo Gentile dijo...

CACO:el hombre no esta echo para vivir en ciudades amontonados unos con otros,personalmente me he alejado
de la ciudad y cada vez que tengo que ir no la paso bien.
te felicito por la descripción que logras en tus texto.
un abrazo.

Caco dijo...

les entiendo a ambos, de echo no crecí en la ciudad, pero mis estudios superiores me obliogaron a tomar el rumbo hacia ese laberinto de concreto.

Vorónica Muchas gracias por leerme y pasarte por acá. un abrazo y besos!

Zafiro, gracias amigo, me alegro mucho de que te haya gustado... un abrazoo.. :-)

Lily dijo...

Caco, de esta historia -tu viaje interior- estos párrafos me parecen estupendamente bien conseguidos.
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Colecciones de recuerdo se hacen partícipes en el silencio de la noche, pienso que aquí está la soledad sentada a mi lado, me mofo de mi sonrisa y ella me habla con la verdad.

Sin querer, comienzo a turbarme, por pensar lo que soy realmente. Mi inocencia se ha ido consumiendo entre los labios, mis rabias desahogadas en frustraciones y mis ganas de vivir siguen alojadas en el alma. Sólo espero con ardor esa llegada, esperanza que cae y se vuelve a levantar, desilusiones y sabores dulces; nuevamente espero con las ganas colgadas de rozar las manos del mañana.

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Saludos,
Lily

Caco dijo...

Muchas gracias amiga Lily!!! como siempre bienvenida a mi espacio!!

Abrazos!

Ana Márquez dijo...

Tiene trazas de tango este texto tuyo, con ese comienzo de luces urbanas a lo Gardel y ese colofón redondo. Magnífica reflexión sobre el miedo y la duda, sentimientos oscuros que, sin embargo, nos hacen crecer. Besos

Caco dijo...

Gracias Ana.... lindas tus palabras. Un abrazo para ti, y mis grandes agradeceres por leerme....

Saludos!

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Gracias Verónica por tomarme en cuenta :-) Feliz semana de la amistad a todos