
Y entonces comprendí, que por ti no moriría, que no estaba vacío, la añoranza de tomar tu mano se había disuelto en mi lamento por alcanzar una carrera que no me correspondía.
Y entonces comprendí, que tu sonrisa no era un delicioso gesto, sólo era lo mismo que siempre vi en otras caras.
Y entonces comprendí, que pensar en ti fue obsesión dañina para mis emociones, sin embargo, no me dio la gana de dejar de ver tu cara.
Y entonces comprendí, que mi vida no te la podía regalar, jamás valorarías lo que podía entregar, y que me perdería en el desagüe de mis lágrimas.
Y entonces comprendí, que lo que te hacía interesante en mi historia se volvía cada vez más insípido.
Y entonces comprendí, que ni el sol, ni la luna podrían darte un brillo especial.
Cuando me cansé de escuchar cuentos, me di cuenta de que jamás Cenicienta escuchó boleros. Que el final feliz arrancaba un nuevo comienzo y que el futuro no lo determinan los sortilegios, ni las divinidades paganas.
Y entonces comprendí, que mi final no gira en tu mundo, que mi sonrisa no la puedes borrar, y que mis pasos en la vida no los harás débiles. Porque reflexioné que no vale la pena perder los años por quien cree que me ve la cara de monigote.
Y entonces comprendí, que tu sonrisa no era un delicioso gesto, sólo era lo mismo que siempre vi en otras caras.
Y entonces comprendí, que pensar en ti fue obsesión dañina para mis emociones, sin embargo, no me dio la gana de dejar de ver tu cara.
Y entonces comprendí, que mi vida no te la podía regalar, jamás valorarías lo que podía entregar, y que me perdería en el desagüe de mis lágrimas.
Y entonces comprendí, que lo que te hacía interesante en mi historia se volvía cada vez más insípido.
Y entonces comprendí, que ni el sol, ni la luna podrían darte un brillo especial.
Cuando me cansé de escuchar cuentos, me di cuenta de que jamás Cenicienta escuchó boleros. Que el final feliz arrancaba un nuevo comienzo y que el futuro no lo determinan los sortilegios, ni las divinidades paganas.
Y entonces comprendí, que mi final no gira en tu mundo, que mi sonrisa no la puedes borrar, y que mis pasos en la vida no los harás débiles. Porque reflexioné que no vale la pena perder los años por quien cree que me ve la cara de monigote.
Y entonces comprendí, que a distancias estoy mucho mejor.
Autor:Carlos Arturo García
9 comentarios:
jaaa! esta buenisimooo.. inspirador, cortante.. como desearia que quien lo merezca lo leyera y muriera entre las palabras que pronunciadas correctamente mataria hasta a mil vacas..
Es decir me encanto!
wow me dejó anonadada me llego el escrito !!!! cada dia vas mejorando
hermoso..
que estes muy bien.
Gracias Diego.... :-) que tu también lo estés.... y bienvenido
Jajajaja.... ojala Naz... ojala!! :-) gracias chica... besos y abrazos!!
Me ha encantado el texto.
Besos.
Graacias Yaiza.... estás bienvenida siempre.
Besos para ti tambien :-)
Esto es a lo que me refiero con un buen final. Saber lo que uno quiere, lo que no está dispuesto a aceptar y que deponer las propias banderas siempre es un error. Quien nos ame de verdad nos amará en lo bueno y en lo malo, en lo poco y en lo mucho, pues en el verdadero amor no hay lugar para la frivolidad. Amo el amor sencillo y el amor sincero, el amor q construye con gestos lo q puede decirse con mil palabras. El amor que soporta ser mirado claramente con los ojos del corazón.
Eres un muy buen escritor y pensador... nos interpelas, no podía pasar por aquí sin decir nada.
Un abrazo!
Gracias Artemisa... sublime como la diosa y espiritual como tus palabras!
Es cierto lo que dices, no se puede luchar en guerras perdidas y que no se disponen a abrir las puertas.
Gracias por pasarte por aquí! serás bienvenida cuando quieras!
un abrazo!
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