sábado, 28 de noviembre de 2020

 


El dulzor de Hestia 

atrajo las hormigas.

La casa cansada 

el hogar roído 

los dientes de los días

La insaciabilidad carcomiendo los cimientos. 


La casa resiste,

rozada de miserias

¿es acaso Hestia un atlante

sosteniendo la promesa del desplome?

¿Qué soporta este refugio,

más allá de la historia y el cemento?


Las hormigas han rastreado el dulzor de Hestia,

se llevan el coral de las paredes 

mientras un gato duerme sobre un mueble roto.

El tiempo se detuvo en el pecho de Cristo

la última cena siempre en el comedor

son las siete con veintitantos segundos,

siempre.

Ya no es el tiempo

son los daños.

No son los daños

es la desgracia.


Hestia se resigna

al harapo de su efigie,

al desgaste de los colores.

Calla la calamidad entre los muros

calla cada grieta nueva de la pared

cuando alguien ocupa los espacios

de promesas,

la incerteza del mañana.


Hestia prende fuego a la esperanza

para que el hogar no se desdibuje,

está la mesa y la comida,

la cama y el habitante,

el piso y la escoba,

la ventana, la cortina y los ojos

la voz y los nombres

la vida y el amor,

mientras ocurre el hogar 

Hestia esconde sapos apenada

por no poder evitar filtraciones de la lluvia. 


Carlos Arturo

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Gracias Verónica por tomarme en cuenta :-) Feliz semana de la amistad a todos