El
cuerpo presente, frío y distante
apenas
ahonda la memoria.
Es
etéreo, como si no hubiera ocurrido.
Un
consabido de la brevedad; reminiscencias.
Los
recuerdos que persisten:
1.-
El olor intenso de las flores
2.-
Los párpados pesados
3.-
El dolor de cabeza.
Mirar
a través del cristal.
La
sólida transparencia
separando
dos extremos incomprendidos.
La
inmutable estampa contemplada.
La
imagen, la estatua, el cuerpo…
ver
hasta creer que ha fruncido el seño.
Traducir
a cansancio su pose
contemplar
tanto hasta creer que respira.
Callártelo,
engullendo la historia de frente.
Porque
sabéis la trampa de los afectos,
porque
es la última vez.
El
subconsciente y su instinto,
(Quizá
mucha tradición oral reviste al sentido común)
se
rebela contra la muerte
¿o las querencias se imponen contra la natura?
Nos
dice que duerme
- Que
algo duerme dentro de la concha desalojada -
Que
no es un simple cuerpo
ese
cuerpo presente.
Que
te has llevado todo, incluso su peso.
Al
discurrir del tiempo va perdiendo importancia.
Te
resignas.
Despiertas
un día, después de tantos,
con ese cuerpo erosionado y difícil de recrear.
Queda
apenas el montaje memorial y el borroso bulto.
Vas
comprendiendo que la memoria es un daguerrotipo
expuesto
a luz e intemperie
-hay
polvo y salitre-
que
también es un lugar común
-hay
lugares que cansan-
Los
hallazgos abren el tercer ojo
nunca
se trato del cuerpo presente
sino
de lo que ahí confluía en el nombre de la vida.
Carlos Arturo
2 comentarios:
Hola querido amigo! pero cómo me gusta leerte!! escribes con el Alma!!
No es valiente el que no tiene miedo sinó el que es capaz de afrontar sus miedos. Eres fuerte querido amigo! muy fuerte! créetelo!
Un fuerte abrazo :)
Siempre es un placer leerte, querido Carlos. Y sí, también en tus versos hay polvo y salitre: polvo mágico y salitre de las lágrimas de emoción y ternura que inspiras.
Un abrazo desde este sur español y mis deseos de todo lo mejor para ti.
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