Tu permanencia es un cadáver a flote,
rehusado a podrirse a través de las marchas temporales.
Hay secretos mal heridos,
con chispas camufladas en tanta luz,
una disyuntiva de anhelos y desprecios
en la estación que irrespeta la estabilidad.
aprendiz de guardar esperanzas como chatarra,
con disponibilidad de pecar
A ritmos de peticiones.
Principiante eterno de las manos frías,
sazonadas con la mirada en los años de secundaria
desabrida por el hoy curvo de un sinsentido dialéctico.
Yo,
Asimilé desconocer tus marchas sin sentirme mal,
a masticar con dolor de muelas,
esa existencia de chicle
que aún vieja cuesta escupir.
Redundando en escribir lo que sobra…
Lo que falta.
Vos,
Que simuláis una ruta en lo perdido,
derrochando tu facilidad de abandonar importancias,
explorando tu capacidad de arrastrar sin mirar atrás.
Cortando los retoños con un haz de gestos intraducibles.
Caminando en altibajos con manos sudadas de compañías sosas.
Nunca entendí el olvido en la práctica,
por ir siempre a pasos dispares
alcanzando la meta de la indolencia,
y apenas voy brincando algunas llantas.
Echándome tiempo en las llagas pa’ que no duelan.
Lamiéndolas de vez en mes pa’ que no se inflamen más.
Perder el tiempo,
paradoja que sabe a juego
incluida en mi currículo para castings.
Sonriendo a reflexiones personales con dientes cariados
¿o es lo que dicta la experiencia con razón a tajos?
Vos,
con velocidad admirable en tus procesos
fumando buenos puros de mutismos y reservas
apretando el cinturón maltratándote constantemente.
Yo, veo en esas fracturas claves mal codificadas
a pesar de tu sonrisa fresca, a pesar de tus cariños ajenos.
Saboreo melancolías húmedas en tus córneas
que me siguen trastocando en los imperios de Nix.
Ocasionalmente se dibujan frustraciones parecidas a las tuyas,
de repente es un delirio de presupuesto considerable.
Revoltijos que terminan en tus dedos
o quizás en las representaciones.
Vos, en tu maratón extrema
que siempre me deja desconociéndote
Yo, que me pierdo en nuevos horizontes,
aunque más de una vez he soplado un café frío.
No dejo de mirar esa ventana,
con un mundo que va más allá del tuyo.
Si el vidrio te refleja súbitamente,
la abro, para no respirar tanta contaminación.
Autor: Carlos Arturo