domingo, 25 de septiembre de 2011

De sus dedos... pecho... imaginario...



De sus dedos fui fiesta con instrumentales de tactos,
de ellos, fui como ondas en el agua a golpe.
Temperatura y texturas, desde su pulgar hasta el meñique
sanguijuelas de pasiones,
adicciones recalentadas en la sartén de sus caprichos.
Demasiadas huellas de injusticias aromáticas,
huellas dactilares hasta en la lengua.
De sus dedos fui aventura y surrealismo
sonrisas y olvidos.

De su pecho soy un destierro,
un ciclo de glorias que terminan siendo penas,
en su lado izquierdo el motor no me abre sus puertas.
De ello soy la necesidad que ya no hace falta,
de ello un rostro borroso,
moscas en el almuerzo.
De todo su tronco soy una vergonzosa imitación de amor.

De su imaginario seré un árbol entre bosques,
un tiempo que polvoriento cambia de color,
sombras que no son suficientes para el resol de las incomplacencias.
De su mente seré una sonrisa maliciosa,
un silencio bordado de más silencio,
Costuras zafadas que se halan con los dedos.

Que en su pecho no ocurra lo del Sahara,
que su egoísmo no termine insensibilizando sus dedos,
que su imaginario no siga acumulando tanta basura como trofeo.
Y que el tiempo haga lo suyo…
Entre anillos, lazos, amnesias y alteraciones.
El fénix renacerá ahogado en el mar,
me he encargado de sus cenizas.  

Autor: Carlos Arturo

lunes, 19 de septiembre de 2011

La madre sustituta


El novio de la joven llamaba a la puerta, era una madrugada silenciosa, muy penumbrosa gracias a la forma en que habían sido construidas las instalaciones de aquel espacio. Eran casas de una sola planta, pegadas unas a otras y separadas al frente y costado derecho por veredas, con una anchura de aproximadamente un metro. Las pocas farolas encendidas apenas evitaban que alguien tropezase con obstáculos inesperados. La joven era menor de edad, sin embargo ya estaba activa sexualmente, era de tez canela con el cabello lacio, ojos miel, risa ancha que nacía de labios corrugados.

Él con el sigilo a su favor llamaba, pero los ojos claros no daban respuestas. La temperatura se hacía cada vez más densa y fría,  la desesperación y los nervios tal vez jugaban con su cuerpo. Lanzó la primera piedra y un baño de agua cayó sobre  aquel hombre, haciéndolo gritar al instante. Lanzó otra piedra al lugar de donde provino el agua, y en respuesta le lanzaron un tobo  rojo que no alcanzó a darle. Cuando miró a un lado de la casa donde un alto muro de cemento y bloques protegían el lugar, vio el rostro de una mujer enardecida, de tez pálida y cabellos lacios, con los ojos enrojecidos y una rabia que nacía desde sus cejas, un árbol de limón que yacía a su lado se movía sin haber fuertes vientos y en un grito ahogado hizo correr a aquel hombre sin ganas mirar atrás.

Ella flotaba por el aire con sus  pies desvanecidos en la atmosfera; siempre sabía qué hacer con sus adorados, cuidaba con dedicación al pequeño Antonio. Movía la hamaca donde dormía con la suavidad que la madrugada siempre proponía, la habitación parecía un encuentro con el sueño, todos dormían si permanecían más de algunos minutos en él. Algunas veces, ella era humo o vapor que cándido arropaba a su querido niño vivo. Él siempre dormía, solo abría sus ojos para comer. La dama de cabellos oscuros entendía que no lo podía alimentar y cambiar, por ende se encargaba de hacerle saber a su verdadera madre que el bebé estaba hambriento o sucio. Aún cuando ésta se encontrara de fiesta en alguna madrugada.

Se le aparecía donde estuviera, siempre señalando a su casa, con el mutismo de sus juramentos. Cuando la mujer se empeñaba en ignorarla, ella fúrica se transformaba en un ser de ojos sangrientos con la piel casi gris. Ángela, debía dejar todo por ir a cambiar el pañal o darle de comer. Su presencia era cómoda, puesto que siempre estaba al pendiente de las criaturas; cuidaba como debió cuidar a su hija muerta, sobrellevaba su ectoplasma y penaba con el afán de no volver a morir de sufrimiento, de encontrar en otros recientemente nacidos la dulzura que hoy putrefacta y consumida reposaba en algún hueco del cementerio del pueblo.

La mujer de materia liviana, esperaba algunas veces a Ángela en las escaleras que llevaban la puerta que daba el frente a la vereda, siempre señalando la casa, nunca bajando el brazo, con una faz melancólica, temerosamente tierna y quieta. En una de esas ocasiones, apuntó a al hogar con los ojos totalmente negros, abismos inexplicables, boca sellada de palabras sin sonidos, de pronto, enfurecida comenzó a tirar y romper todo en la humilde vivienda, el frío le provocaba transpiraciones a las paredes, su rabia ciega reventaba espejos y vidrios, su pelo era un remolino oscuro sin luces en el centro. Su cuerpo se mostraba desnudo, con cicatrices en las costillas, con los muslos cortados, los labios rotos y resecos, la cara envejecida y polvorienta, las manos eran un turbio cristal sucio. Todo temblaba, menos la hamaca, todo se agrietaba, menos la habitación. Las chicas corrieron hacia allá con Ángela, quien se encargó de cerrar la puerta.

Aquel dormitorio de paredes infantiles, no era el mismo. Antonio, no reaccionaba al ruido. Ángela, corrió a observar el niño, que con sus labios morados anunciaba que parte de él se consumió entre sueños prolongados, bajo la sobreprotección de la obsesión del “buen” cuidado; cuidado que la madre consanguínea negó al pequeño por cocinar sus crudas decepciones con embriaguez, por las sonrisas mal nacidas  y los excesos entre bailes y manoseos. Ello vino a la mente de Ángela, y era una tormenta más devastadora que la de la madre sustituta. La maldición del espíritu se reproducía en ella… la mujer de pies inútiles lloraba por todas las paredes, empañaba los trozos de vidrio, y se consumía en su propia materia, moría después de muerta, perecía vencida de nuevo. Desidias y sobreprotecciones, miedos desdoblados en realidad.

La oscuridad reinó en la casa, hasta que el amanecer se colaba entre los espacios, alumbrando la cara de las criaturas dormidas y sudadas, mostrando a una Ángela húmeda y en silencio, aferrada a su bebé frío y duro, negado a volver, a despertar, a abandonar el recorrido del Hades, a renunciar ser un ángel. La muerte de Antonio, marcó muchos fines e inicios. Desapareció la presencia, desapareció la descuidada madre a punta de terapias, inicio un recomienzo y redefinición del hogar, para sonreír Ángela le hizo menos falta salir de su hogar. Sobre un rincón hay flores y velas para dos, uno para Antonio hijo siempre querido y otra para su madre de cuidados, la sustituta de tiempo completo, la que no se sabe si descansa en paz, o está de visita en un nuevo hogar intentando mantener viva o vivo a su próximo infante.

Autor: Carlos Arturo 

viernes, 9 de septiembre de 2011

¡DE REGREESOOO!


Primeramente, les confieso que me encanta volver a este pedazo de mundo donde el imaginario, los sentimientos, la creatividad y los ideales se ponen ante que la carne y la apariencia. Llego con muchas novedades, que por supuesto, les quiero compartir… se les ha extrañado en cantidades gordas, pero debido a compromisos académicos tuve que irme sin tener tiempo de pasarles el aviso. Y es que el transcurrir de Cronos en los últimos tres meses estuvo lleno de acontecimientos muy tristes y alegres. Eso sí, de lo lamentable no les hablaré, lo importante es que de todo se aprende lográndose aprendizajes y experiencias, que en mi caso alteraron un poco la órbita de mis pensamientos.

Estuve desaparecido porque me tocó ponerme a trabajar muy, pero muy, muy, muy, muy duro con mi Trabajo de Grado, no obstante, cuando estaba casi terminado algún desgraciado/a me ha borrado casi todo el segundo capítulo, tuve que nuevamente sentarme una semana completa durmiendo solo dos horas para poder terminarlo. Afortunadamente todo fue excelente, en un rango de 140 páginas solo tuve 10 correcciones, cosa que me pareció un logro teniendo a una tutora tan exigente, perfeccionista y experimentada. Los resultados del trabajo impreso fueron 160 páginas en el cual analicé a la fotografía como un recurso didáctico para la enseñanza de la historia y la geografía, aunado a la reconstrucción geohistórica a través del documento fotográfico de la Isla de Providencia, un pueblo fantasma ubicado en el Lago de Maracaibo al occidente del país, fundado como un lazareto en 1831 y desalojado en 1985. La investigación resultó ser muy productiva, destacando un espacio invisibilizado por cargar el nefasto acontecimiento de la lepra en el territorio nacional y todo lo que ella implicó, además, de vincular la historia venezolana con la europea que para el siglo XIX se encontraban fuertemente atadas y aún hay secuelas imborrables de ello, y de resaltar lo que son las alteraciones de los espacios gracias a la mano humana, su degeneración y regeneración vegetal. A la hora de presentarla (el 5 de septiembre) la crítica del jurado calificador fue increíblemente excelente, nunca esperé tanto de una tesis, además de la buena crítica me propusieron el uso de la misma para dar clases a alumnos de post grado con mi autoría. Un trabajo considerado novedoso, innovador, pertinente y denunciante, según las palabras del profesor e historiador Germán Cardozo. Cabe resaltar que no hubo ninguna corrección por hacer, mi redacción fue tachada de elegante y encantadora (No más de recordar eso se me ruborizan los cachetones), valiéndome una mención honorífica.

A mí me dejó mucho más que satisfacciones, aprendí a redactar mucho mejor, a investigar y a llevar dos elementos que tanto me interesan al campo científico. Otra noticia es que desde abril del año que corre me he puesto a dieta, debido a que había tocado fondo en cuanto a mi descuido, ya mirarme al espejo era saberme enfermo, horroroso y malquerido por mí, y es que llevar 145 kg sobre dos piernas es razón de muchas preocupaciones. Así que me puse a trabajar en eso,  perdiendo hasta ahora 40 kg, todavía me falta bajar más, y en eso laboro.  

La tercera noticia, es que mi tutora me ha propuesto que trabaje el tema para la maestría en historia y me ha invitado a participar en investigaciones sobre los medios audiovisuales para la transmisión de contenido histórico.  También, he pensado en llevar mi investigación a una ponencia que se celebrará en octubre en el Estado Guárico. Aunque todo está en “veremos” han llegado propuestas interesantes que me hacen ver que todo lo sucedido ha valido la pena y que los resplandores siempre están ahí aunque cueste verlos.

Estoy de regreso, y muy feliz por volver a leerles. Les dejo por ahora un gran abrazo y el compromiso de ponerme al día con sus publicaciones. Espero que aún recuerden quién soy ;)  


Hasta el próximo post. Atentamente: Carlos Arturo (Caco)

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Gracias Verónica por tomarme en cuenta :-) Feliz semana de la amistad a todos