miércoles, 25 de mayo de 2011

El pasillo oscuro



Ella continuaba posada bajo una espesa pero débil luz eléctrica, el pasillo estaba a su derecha oscuro y lejano del amanecer. Lloraba mientras la inmensa sombra imperante en el pasillo seguía inmutada, compacta y renuente a seguir su estrecho reino nocturno. Era una mariposa en turno diurno, y una araña negra con lunares rojos por las noches; arácnida incapaz de tejer telarañas y una lepidóptera incapaz de despegar sus pies de tierra.

El destello artificial o natural siempre la llevó a danzar sobre la calentura de los bombillos, al igual que el incandescente sol de tierras maracaiberas. Una gárgola que encarnaba en turnos invertidos. Una jueza, víctima de sus frustraciones posiblemente contraídas en sus recurrentes encuentros sexuales desprotegidos.

Se había obsesionado con un joven aspirante al sacerdocio, dejándose atrapar por las hambrientas y feroces bestias del amor. Ella lo tentaba a los placeres de su carne amoldada a las embestidas de otras existencias; esa mujer lo hacía temblar con su mirada infestada de rímel, locuras y decepciones. Criatura de la mitología vuelta a la vida, destinada a volver piedra o llevar a la quiebra a los amantes del columpio de sus caderas. Olía a sudor ajeno, con vainilla y coco… olía a demonios preciosos destinados a fracasos rojos y gritones. No tenía en quien creer, no hallaba dónde apoyarse luego de interminables orgasmos fingidos entre gemidos ahogados en cuartos alquilados.

La fémina se regodeaba en el morbo de las corrupciones al voto de castidad de aquel hombre. Le seducía  mostrando sus trazos de piel cercanos a su poderoso genital, fracturando poco a poco los muros, filtrando el sudor del nerviosismo entre temblores con convicciones endebles y anémicas. Ella sabía como tejer redes dentro de otros seres. Él no entendía la seriedad de un juego, mucho menos se divertía. Pretendía mantenerse en píe, pero poco a poco sus rodillas se doblaban y su boca se acercaba al ombligo de la criatura del pueblo.

Hasta entonces los días eran observadores de las prácticas profesionales de la mujer, se encargaba de penetrar los bloqueos que él ponía, bailaba entre las trampas con gracia y malicia. Conjuraba blasfemias para dejarlo mudo, se bajaba la ropa interior para congelarlo, tomaba su mano para chuparle los dedos y volverlo manso mas no hipnotizado. Los pilares del casto soportaban hasta el extremo los sismos internos que ella le causaba, ya fatigada se marchaba con el ocaso de frente y sus fobias a espaldas.

Él callaba sin saber por qué, ella lo visitaba sabiendo que cada vez más empañaba el juramento.

Fue una tarde a eso de las 5:00 p.m. que ella decidió irlo a sorprender nuevamente. Él tomaba una ducha con la puerta entre abierta, y ella con locura supo que era hora de desprenderse de todas las telas que le cubrían el cuerpo. El ruido del agua chocando contra el piso le alimentaba la lujuria mientras le imaginaba como nunca había podido verlo. Toda su ropa quedó sobre el piso de la habitación, caminó casi de puntillas al encuentro de una piel descubierta jamás explorada por sus retinas. La cortina de baño apenas dejaba mostrar su silueta tambaleante por las gotas salpicadas en ella misma. Se mordió el labio desnudo de todo color artificial, sus puños se apretaron y su aventura hacia el descubrimiento comenzó a tejerse en una liana enredada de realidades contradictorias. Su sonrisa era maliciosa e inmadura, sus ojos eran más grandes de lo común y sus pupilas estaban contraídas. La mujer abrió la cortina con violencia, mientras gritó su nombre con mala pronunciación. El susto hizo resbalar al hombre ocasionando un golpe inmediato en la cabeza.

La cerámica del baño ahora era una escala de rojos con blancos predominantes. Él se tambaleó en el piso hasta que el aliento dejo de acompañarlo. La criatura intentó correr pero patinó en un charco de agua hasta caer con el tobillo torcido. Gateó hasta su ropa para envolverse, estaba húmeda y solloza; asustada y perturbada. Su psiquis comenzó a gritarle culpas, sus nervios desaparecieron el dolor de su tobillo. Se vistió y salió cojeando de la habitación. Era de noche, era fobia, eran fantasmas de aguas hechas vapor los que la atormentaban al vislumbrarse la luna. Llego hasta una pared cuya frontera doblaba un pasillo. Como pudo se asomó y aterrada puso sus manos sobre su boca ahogando gritos, mas los chorros de lágrimas seguían paseando por su cara. Al otro lado del pasillo, había una luz que apenas se podía distinguir.

Ella no podía atravesar el pasillo, sus piernas no respondían sus órdenes. Ni si quiera podía llegar hasta la ventana que dejaba entrar la brisa que jugaba con su falda. No sabía a dónde meterse, no sabía cómo moverse, su mente tenía una fiesta de fobias con muerte. El pasillo adornado de oscuridad repelía su existencia, el frío de la brisa que penetraba la ventana le recordaba lo desesperante de la expiración. No tuvo más remedio que esperar que el sol asomara el mundo en el que ella siempre estuvo segura. Se quedó parada ahí sin atreverse a mirar a su derecha.

Las sombras hicieron su propia cárcel temporal, mientras que la Ligofobia trazó fronteras que el amanecer probablemente reemplazara. 

Autor: Carlos Arturo

sábado, 7 de mayo de 2011

Necrópolis de hadas



Estética contradictoria es su lecho de muerte;
desnudo y árido,
hediondo y pardo.
Son kamikazes de escarcha quemada,
Pestes brillantes moribundas.
no man's land,
y es que sus tierras no tienen herederos.

Mueren las hadas,
y a pocos les importa sus caídas en las alturas,
tras hemorragias conectadas a su hemofilia.
Desnutridas de toda fe,
abrazadas a sacrificar…
 romperse como telarañas;
abriendo caminos a otros mundos,
mundos sin cárceles de carnes.

Ellas ya no son madrinas,
mucho menos estúpidas que danzan entre bosques,
son asesinas de su propia especie,
resentidas van abandonando su brillo,
rencorosas entre sí,
lloran hasta sangrar….
sin hogar donde sonreír,
con basura de sobra para dormir.
Su final tan triste como sus inicios.

Hadas… vuelan entre esmog.
Ellas padecen cáncer de alas.
Sufren por el daño que acumula Gaia.
Arden en evoluciones inconclusas.
Abortan sus ganas de quedarse.
caquéxicas en protestas involuntarias,
esterilizadas de futuro,
permanecen sedentarias escuchando la energía.

Sucumben esas criaturas,
desterrando el curso de las agujas del tiempo,
haciéndolas girar en sentido contrario.
Hoyos negros que llevan a lo desconocido,
cuerpos manchados ganadores en pérdidas.
Mueren en un mismo sitio,
formando pilas de desencantos e indolencias,
descomponiéndose en los jugos gástricos de la nada,
sin tumbas, sin cruces, sin dolientes.

La necrópolis de las hadas
Está adornada por la ignorancia…
Que no conoce fronteras.
  Ni aplausos, ni disculpas
detienen la epidemia y la muerte.
Ni vida, ni fallecimiento,
una forma alternativa de ser nuevamente energía.

Autor: Carlos Arturo

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

Desde: "desdeloprofundomedevora.blogspot.com"

Desde: "desdeloprofundomedevora.blogspot.com"
Gracias Verónica por tomarme en cuenta :-) Feliz semana de la amistad a todos