martes, 26 de mayo de 2009

El nacimiento de la polilla

De sobra llevaba algo en el equipaje, ese símbolo que pronosticaba que su inocencia, que su dulzura, sus miedos y sus lágrimas eran una sintomatología del pasado.

Con maleta en mano, lo dejó inerte en la cama, boca abajo descansaba, en sus manos aún estaban las señales de los golpes que le había dado a ella. El maquillaje de la violencia le adornaba la cara, los resentimientos le confortaron el alma, y el impulso la vistió de gloria.

Esa noche de lluvia que caía del cielo, esa noche de lluvia que caían de sus ojos, esa noche de relámpagos le hicieron olvidar sus valores, la mariposa desdobló a polilla, y la supervivencia del más apto jugó su mejor carta… las ironías habían teñido de añil la inocencia de aquella mujer, que solo quería vivir una vida soñada.

Mientras él dormía, ella tomó un machete, recordando los insultos: “puta, inservible, insulsa, estúpida, maldita”, con pasos silenciosos y felinos se acercó… lo tomó por sorpresa y destajó lo que pudo de piel y carne…. Las clemencias no faltaron, sus palabras fueron gritos al silencio, sus lágrimas no le sirvieron, cuando arrancó su cabeza. La inocente estaba seca por dentro. La vida destajó otra vida; esa existencia hecha gajos, sin pulso alguno, aún conservaba en sus manos olores diversos, violencia, licor, tabaco, sangre, promiscuidad y sexo de honores. Las sábanas de seda blanca yacían estampadas de muerte viva.

Ante tal arte, ella tomó un baño, sentada frente al espejo le volvió a ver en su reflejo, sonrió, suspiró con orgullo, y comenzó a peinar su cabello. Su vestido negro estaba listo, un escote en V, ajustado al cuerpo. Maquillaje elegante y con zapatos de tacón alto tomó aire entre sus pulmones, agarró la maleta y con pasos sensuales y sonados bajo las escaleras hacia su exilio, abrió la puerta y caminó en dirección a la luna hasta desvanecerse en la madrugada y perderse en el ruido de la lluvia.


Autor:

Carlos Arturo


jueves, 21 de mayo de 2009

"Crónicas de las Quimeras Americanas"



Cuando la quimera despertó, se dio cuenta de lo desolado del ambiente…. El genocidio había dejado un hedor a sangre que se camuflaba en el invisible del viento. La esclavitud la tenía con cicatrices profundas, desangraba, moría y revivía. Sus instintos belicosos se habían mutado a cayos, sus ojos comenzaron a dejar de ser del mundo en que estaba existiendo.

Había adoptado las características de los colonizadores, formaba parte de su extirpe pero otros adjuntos le hacían diferentes a ellos en tanta igualdad. Con su mano derecha dibujaba la cruz con puntos estratégicos empezando en la frente, bajando al pecho, y a ambos lados de sus hombros. En continuas lágrimas se preguntaba: “¿Qué podía hacerle menos?” No era ni blanca, ni oscura, ni de piel rojiza, era un nuevo nacimiento del mundo que ellos habían hecho suyo.

Sintió vergüenza por sus orígenes, entre sus rencores figuraba lo que un día fue y ya no era. Permitió su formación bajo el yugo monárquico, mientras que era un súbdito más, un discriminado, un americano, un africano, un mestizo.

Sus ancestros los habían definido como barbaros, salvajes y animales con rasgos humanos. Pero las cuestiones del color eran más fuertes que otra retórica.

Un día, el sol brilló ante sus ojos, el mar mojó sus pies, la vida le hizo sentir importante y sus heridas vertientes de sangre comenzaban a ser solo marcas, cicatrices del pasado que le definían, que le acompañarían hasta el fin de la existencia, y quien la convertirían en el nuevo liberto. Con banderas, con escudos e Himnos de su nación. Entendió el proceso que la historia le había señalado, se olvidó del reproche y luchas internas.

La quimera abrió los ojos y comenzó la revolución, la sangre sería derramada, la guerra real había comenzado, la independencia brilló, y la vida se renovó.

Sin embargo comenzó la nueva guerra, esa guerra de identidades y orgullo a su misma vida. Se han ido construyendo las estructuras, hoy es una miscelánea de culturas, una huella que se comienza a marcar, mientras que el céfiro sopla y las olas golpean las costas.

Las cicatrices siguen intactas, a veces duelen, pero no ha sido un cáncer que acabe con las esperanzas del nuevo mundo, mientras que se analizan las fisonomías frente al espejo, se escriben las líneas que serán las “Crónicas de las Quimeras Americanas”.
Autor:
Carlos Arturo

martes, 12 de mayo de 2009

Y entonces comprendí...


Y entonces comprendí, que por ti no moriría, que no estaba vacío, la añoranza de tomar tu mano se había disuelto en mi lamento por alcanzar una carrera que no me correspondía.

Y entonces comprendí, que tu sonrisa no era un delicioso gesto, sólo era lo mismo que siempre vi en otras caras.

Y entonces comprendí, que pensar en ti fue obsesión dañina para mis emociones, sin embargo, no me dio la gana de dejar de ver tu cara.

Y entonces comprendí, que mi vida no te la podía regalar, jamás valorarías lo que podía entregar, y que me perdería en el desagüe de mis lágrimas.

Y entonces comprendí, que lo que te hacía interesante en mi historia se volvía cada vez más insípido.

Y entonces comprendí, que ni el sol, ni la luna podrían darte un brillo especial.

Cuando me cansé de escuchar cuentos, me di cuenta de que jamás Cenicienta escuchó boleros. Que el final feliz arrancaba un nuevo comienzo y que el futuro no lo determinan los sortilegios, ni las divinidades paganas.

Y entonces comprendí, que mi final no gira en tu mundo, que mi sonrisa no la puedes borrar, y que mis pasos en la vida no los harás débiles. Porque reflexioné que no vale la pena perder los años por quien cree que me ve la cara de monigote.


Y entonces comprendí, que a distancias estoy mucho mejor.


Autor:Carlos Arturo García

domingo, 10 de mayo de 2009

"Madre mía, el presente aún nos mira bonito"



Siempre fuiste lo que soñé, mujer de las primaveras y otoños de mi vida, quien con sus manos acarició mi cara, quien me dio de beber de su carne. Mi primera mirada de amor, mi primera palabra, mi gran bendición desde hace más de dos décadas. Me siento absorto, ante toda esa filosofía de las cosas que te he puesto de faz, gracias por protegerme de mí mismo, y darle la espalda a los fantasmas que fracturaban mi mirada.


Notaste como crecí, fuiste mi sostén antes las caídas, arrancaste sonrisas de mis labios, me abrazaste cuando lloré. En mis fiebres te angustiaste y pediste a Dios por mi superación. Diste tanto para mí, que se fue acumulando el tiempo en ti, como pájaros en el aire. Con cabellos plateados, con líneas que cortan tu piel y con el tiempo que te viste de belleza, y el cansancio que se te suma no hace diferencias cuando me siento en el abismo, percibo como abres tus manos y me envuelves en tú calor.


Me sentí tan inútil en tus padecimientos, y aunque sequé tus lágrimas, sé que no ha sido suficiente lo que he hecho por ti. Me duele tu dolor, me asfixia tu ausencia y en ocasiones duele el no poder besarte y decirte cuanto te amo.


Algunas veces nuestras formas de pensar han hecho cortocircuito, pero a costa de las discusiones, te me acercas más y me das valor con tus caricias. Tú, el paso que siempre me acompaña, quien me ofrece ese amor sin miramientos y que me besas con solo imaginarte. Cuando se han caído las construcciones tú las reparas con tu sonrisa.


He dejado atrás tanto por ti, he vivido cerca de ti… y aún tienes la potestad de preguntar ¿por qué te amo?, el orgullo de lo que has logrado y formado en mí no cabe en mi boca y se desborda en mis ojos. Con esperanzas pronuncio tu nombre, y con ternura me apunto a hacerte un nudo envuelta en mis brazos.


Madre de mis días, madre de mi fe, madre del amor que me profesas, madre de este humano que lo has sostenido con el valor de las promesas; quien me ha protegido en sus armas. Sabes lo difícil que se me hace poder amarme a mí mismo, y lo fácil que es hacerlo contigo, un paradigma al cual no le encuentro respuestas, el misterio con el que vivo bajo ese cielo respirando tu aire.


Gracias por tantas cosas, a costa de que insistas que han sido pocas y más allá de lo que me has ofrecido, me diste vida, me deseaste y me brindaste la oportunidad de vivir a tu lado, de respirar tu aliento cuando te acercas a consolarme, y a sentirme con gran optimismo con vista al futuro. Porque tú ahorcas los hábitos y te haces absoluta ante las tempestades que me pueden invadir.


Espero que nos alcance la vida para vivirnos de esa manera tan entrelazada, que Dios nos bendiga con el viento diario y que nuestros amaneceres sean tan inspiradores como la confianza que sostienes en mí… TE AMO de manera objetiva y subjetiva.


La primera invitada a celebrar mi vida, sé que este amor es poco interesante para la sociedad, pero ten la seguridad que eres tan importante en mi tradición, que no puedo dejar de admirarte cada día.


Yo llegué a tú vida, tu apareciste, para guiar mi vidorria de forma dulce y templada, porque me has dado tantas cosas que nadie me ha dado, sin esperar nada llegas y me avivas en tu contemplación, Feliz día de cada día MADRE MÍA, el presente aún nos mira bonito.

Autor:

Carlos Arturo


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Gracias Verónica por tomarme en cuenta :-) Feliz semana de la amistad a todos